Nadie se podría imaginar que sería de la vida moderna sin una simple plancha doméstica, yo no me atrevería a salir sin una ropa bien planchada. Ya en la antigüedad la ropa sin arrugas han sido un símbolo de ostentación, refinamiento, pulcritud y categoría social durante más de 2.500 años. Las planchas antiguas primitivas empleaban la presión. Sólo algunas utilizaban el calor para eliminar arrugas o formar pliegues en las prendas recién lavadas.
Los inicios de este aparato indispensable datan desde IV a.c (Antes de Cristo) cuando los egipcios alisaban sus prendas de vestir con una barra de hierro cilíndrica previamente calentada, luego se dice que la cultura milenaria de los chinos fabricaron una especie de recipientes metálicos con mango, los cuales eran rellenados con carbón para quitarle las arruga a sus ropas. En Europa las primeras planchas fueron alisadoras de madera, mármol o vidrio, pero se utilizaban fríos.
Hacia el siglo XV, las familias europeas acomodadas empezaron a utilzar el calor como recurso del planchado. Había varios tipos de plancha, las “de caja caliente”, huecas y provistas de un compartimiento para para introducir las brasas, de tal modo que duraba bastante tiempo el calor. Las familias más pobres utilizaban la plancha sencilla de hierro, con mango, que se calentaba periódicamente sobre el fuego (la gran desventaja de esta plancha era que el hollín se adhería a ella y pasaba a las ropas).
La plancha trabaja aflojando los vínculos entre las cadenas largas de moléculas de polímero que existen en las fibras del material. Las fibras se estiran y mantienen su nueva forma cuando se enfrían. Esto lo logra con el ya mencionado calor, ya que funciona como una Resistencia calentadora con peso. Algunos materiales como el algodón requieren el empleo de agua para aflojar los lazos intermoleculares. Es entonces que se volvió compañera inseparable de los atomizadores y, en la gran mayoría de los modelos actuales, dentro de la misma se almacena el agua que evapora poco a poco para facilitar el planchado.
Cuando se instaló la iluminación de gas en los hogares, en el siglo XIX, muchos inventores idearon planchas calentadas con esa forma de energía. El verdadero boom en el planchado llegó con la instalación de la electricidad en las casas.El 6 de junio de 1882, el inventor neoyorquino Henry W. Weely obtuvo la primera patente de su país para una plancha eléctrica. En 1926 hizo su aparición la plancha de vapor y Joseph Myers le agregó a la plancha un termostato que regulaba la temperatura.
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